top of page

El precio de la rebeldía.

Foto del escritor: Disidentes CGDisidentes CG

Un grupo de jóvenes se manifiestan en el Zócalo de la Ciudad de México el 3 de octubre de 1968. (AP Photo)

“México no es el cuerno de la abundancia que tus jefes pintan.

Es tierra de sangre y lágrimas…” Monsiváis.


Karla Contreras


Podría escribir una reflexión en donde gobierne la individualidad narrando el precio de ser rebelde desde lo más insignificante hasta lo de gran significado, pero me he cansado ya de la individualidad. Hoy he decidido prestar mi voz.


Permítame informar la realidad que vislumbra para aquellos que pretendían cambiar el mundo, la más difícil de afrontar. El precio que tienen que pagar debido a su necesidad de transformar el mundo, es su vida. Arrebatada por aquellos que ven afectados sus intereses, por aquellos que los ven como un obstáculo que rompe con la falsa armonía del mundo descompuesto.


La vida posee un gran valor, y sin embargo es arrebatada, olvidada. No logro decidir qué es lo que duele más, que el precio por querer transformar el mundo sea el fin de la vida o que el nombre de los asesinados pasé al olvido, junto con su historia que no tendrá ni memoria, ni justicia.


Permítame informar que el precio que pagan los rebeldes es que su vida sea arrebatada cruelmente, a manos de un sistema que vela por los intereses de la clase dominante.

México, les ha cobrado un gran e innecesario precio a sus rebeldes, su único ´error ´ ser obrero y exigir un mejor salario, ser estudiantes y pedir un alto a las medidas represivas, ser campesino y pedir el cumplimiento de las promesas, ser normalista y querer detener las medidas represivas y mejorar las condiciones en su comunidad, por ser mujer y querer ser libre, por querer vivir fuera de la heteronorma. Por defender el cuidado y preservación del medio ambiente. Por querer difundir la verdad.


Espere un momento, pero permítame informar que este precio no es exclusivo de una nación.


Imaginemos, si tuviésemos que pasar un minuto de silencio por cada persona inocente a quien se le arrebató la vida, probablemente pasaríamos la vida en silencio y nos faltaría tiempo para rendir memoria a los inocentes. Tal vez vivir en silencio les permitiría a los demás darse cuenta del valor de la vida y entonces jamás permitiríamos que un tirano gobierne con la falsa bandera de ‘protegernos’.


Tal vez vivir en silencio nos ayudaría a concientizar sobre la importancia de la memoria histórica. Pero como no vivimos en un mundo en silencio, entonces concienticemos que tener memoria histórica podría evitarnos muchos inconvenientes, pero además de ello retomaríamos lo que nos corresponde, el poder. De este modo retomando lo que nos corresponde, podríamos comenzar a reivindicar muchas cosas.


Por que ante la impunidad con la que nos han ´acostumbrado ´a vivir, nace la necesidad de reivindicar la justicia. Porque después de tantas muertes y crímenes sin solucionar, nos queda cuestionar ¿para quién es la justicia? Y no solo cuestionar si no reivindicar y para hacerlo hay que volverse parte de ella, no volvernos ajena a ella ni indiferentes. Que las instituciones que regulan la justicia cumplan también su función que la justicia se vuelva tan normal que cuando se ausente sorprenda e indigne al mundo.


Quizá al pensarlo nos puede parecer una fantasía más de otro soñador que pasa por el mundo, pero nunca hay que descartar la posibilidad de lograrlo. El primer paso es dejar de verlo como un sueño y pensarlo más como una posible realidad. Quizá uno de los pasos mas grandes en este gran camino, es comenzar a sembrar la memoria histórica en nuestra sociedad, pues un país con memoria es un país que no permitirá ni un atropello más.

78 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


  • Instagram
  • Facebook

©2021 por Disidentes. Creada con Wix.com

bottom of page