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LOS SILENCIOS SUENAN

Foto del escritor: Disidentes CGDisidentes CG

Andrea Domínguez

El otro día estaba pensando….

En que últimamente no sé qué decir, no sé de qué hablar, ni siquiera sé qué sonido emitir. Me he cuestionado mucho si aún tengo algo que decir, opinar, o criticar, si es que aún necesito que alguien me escuche. A veces me convenzo de que así debe ser, pero al final del día no encuentro que decir, siento como si hubiera perdido la voz.


Como músico puedo decir que el silencio es igual de importante que el sonido. En cualquier pieza musical encuentras miles de ellos que no solo representan una pausa, sino que se logran sentir, se escuchan, se perciben y complementan la pieza.

Por definición, el silencio es la ausencia de sonido y, en contraste, el sonido es la propagación de una onda mecánica a través de un medio, generada por la vibración de un cuerpo.

Un gran ejemplo que podemos tener es John Cage, quien compuso un silencio para piano de 4 minutos y 33 segundos y se convirtió en una de las obras musicales más controversiales del siglo XX.


Podrá sonar absurdo, pero si lo piensas deja de serlo...


Al reflexionar en todo esto no puedo dejar de escuchar los silencios que hay a mí alrededor. Comúnmente no suelo saber cómo están las personas, y si pregunto me dan a entender que aparentemente “todo está bien”. Por un momento me frustro, porque tengo la necesidad de intentar entender o generar contacto para que de alguna forma pueda ayudar a través de sus sonidos.


Pero, recientemente tuve una revelación. Las personas más importantes en mí mundo suelen ser del tipo de personas que guardan mucho silencio, y no precisamente tienen que decir algo para que los ayude o les solucione aquello por lo que están pasando. Tan sólo tienes que cerrar los ojos y activar tus otros sentidos para lograr escuchar esos silencios que se manifiestan sin necesidad de ninguna palabra o gesto.


Es bien sabido que el silencio en nuestra sociedad está mal visto. Es como si provocara desconfianza, como si se ocultara algún secreto, como si dejará de importar el mundo, como sí tuvieras que estar alerta porque algo malo puede suceder. No lo sé. Es una sensación rara, un tanto difícil de explicar.


Pero gracias a esta paradoja estoy aprendiendo a saber estar en silencio con otras personas. Aprendo a disfrutar del silencio, porque existen otras formas de hacer sentir a alguien que estamos ahí con él, sin tener que decir algo.


Saber callar es tan importante como saber hablar. ¡Esto es otra forma de comunicarnos y quizá por eso no he sentido la necesidad de hablar o decir algo, sí tú te sientes igual que yo… Tranquil@, está bien!


Recuerda que eres un conjunto de sonidos, que tienes todas las propiedades de una melodía. Tienes ritmo, medidas, tiempo, acompañamiento, armonía. Desde tus cuerdas bucales hasta las cuerdas de tu cabello, y espera…hay más, van desde los hilos de tu ropa hasta la manera de andar. Todas ellas se coordinan y suenan a diario, tus silencios se escuchan, eres toda una sinfonía viva, instrumento de piel y hueso. Así cómo todo tu ser retumba, vibras en compañía, con cariño y amor. Y, por lo tanto, tarde o temprano tu voz volverá a cantar.


En fin… eso estaba pensando el otro día.

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