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Por Rivera Victoria Mayra Adriana.
En mi anterior artículo hablé sobre la inclusión de las personas con discapacidad visual en las redes sociales, pero ahora quiero hablar de algo que a mi parecer es más importante y es el inicio de una real inclusión para las personas ciegas; me refiero a la inclusión de las personas ciegas en la vida cotidiana, que en mi opinión ha tenido muy pocos avances.
Considero que el avance tan lento que ha tenido la inclusión de las personas ciegas en la vida cotidiana radica en la ideología que se tiene sobre las personas con discapacidad.
A continuación, mencionaré algunos mitos sobre las personas con discapacidad que aún siguen vigentes y que dificultan su total inclusión en la sociedad.
Las personas con discapacidad vivimos en constante sufrimiento y el preguntar sobre la discapacidad resulta una ofensa o algo malo.
A lo largo de mi experiencia en la constante convivencia con las personas me he encontrado con algunas que tienen mucha curiosidad sobre mi discapacidad, cosa que resulta bastante normal, ya que todo ser humano tiene curiosidad por todo lo desconocido. El conflicto radica en que les da miedo hacerme preguntas sobre mi discapacidad como si se tratara de algo muy malo, de lo que no se puede emitir ningún cuestionamiento y justamente este mito representa una traba para la inclusión, ya que, si no se hacen preguntas, resulta imposible saber como tratar a una persona con discapacidad de modo que se sienta incluida.
En lo personal, siempre que conozco personas a las que les da miedo preguntar sobre mi discapacidad las hago sentir en confianza, les hago saber que acepto mi discapacidad y que deseo sentirme incluida en su núcleo.
La discapacidad es sinónimo de inocencia.
Este mito se refiere a las personas que piensan que las personas con discapacidad somos como eternos niños, es decir, que no pensamos en tener una relación, no nos pasa por la cabeza el sexo, no decimos groserías y debemos ser protegidos constantemente como si se tratara de un niño pequeño que lo único que produce es ternura y despierta el instinto de protección de las personas.
La discapacidad visual impide pensar y desarrollar el intelecto.
Es frecuente encontrarse con personas (en su mayoría maestros) que piensan que el hecho de tener discapacidad visual impide el correcto razonamiento; no les pasa por la cabeza que las personas con discapacidad visual seamos capaces de leer, escribir, presentar un trabajo académico o tomar apuntes como las demás personas, incluso podría decir que en un principio somos considerados como una carga para su clase y en ocasiones somos tratados de forma despectiva.
Como es de esperarse, la discapacidad visual no impide razonar y mucho menos leer y escribir, pero para que las personas se den cuenta de esto hace falta mucha apertura y en casos muy particulares hay maestros que no la tienen, no obstante, esto no es un impedimento para que las personas con discapacidad demostremos todo lo que somos capaces de hacer.
En conclusión, los mitos anteriormente planteados tienen como consecuencia que las personas con discapacidad tengamos dificultad para establecer relaciones, porque las personas señalan que no saben como tratarnos y por esta causa no se acercan a nosotros.
Ante este punto solo puedo decir que es necesario romper con estos mitos y ver a las personas con discapacidad visual como cualquier persona.
Es necesario darse la oportunidad de conocer a la persona ciega y convivir con ella, porque solo de esta manera se puede romper con los mitos y los prejuicios que giran en torno a las personas con discapacidad visual.
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