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Si el caos me hiere

Foto del escritor: Disidentes CGDisidentes CG

FRAGMENTO I

Lo que nadie ve



Alexis Duran


No es el anuncio de una muerte inminente, es la visión de un yo que no te ama, que no te siente.


Atrapado estoy en la lujuria, el olfato me impacienta y no hay salida. Siento aquel aroma de la tierra, húmedo lamento que cae sobre mis ojos. Pero hoy ni nunca me arrepiento, soy tan orgulloso viento al óleo: ¡La pintura fresca de un suicidio frente a tu rostro!


Sabes bien que no estás muerto,

deja de reír cual pretencioso dueño de mis lágrimas.

Sabes bien que no estás muerto.


Habré de asesinar a pétalo de rosa el dolor aquel del que hablo, formándome entre notas musicales un deseo. Sé que miras con anhelo mi cabello en rulos, pero te envuelve en ego ese capullo que has formado, exaltando, después de muerta, tu vida eterna en el cielo, mar y tierra, olvidando tú quién eres. Y ya no volteas ni me miras desnudo el corazón ante tus alas.


La respuesta no soy yo

ni tú cuando la libertad se vuelve amarga y solitaria.


¿Qué camino he de seguir cuando no encuentro más destinos que la muerte? ¿Cuántas veces tengo que morir, entonces, para recordarme que el amor que siento es infinito, y que se cuide aquel que no lo entienda habiéndose lanzado al abismo?


Siempre dudo de mí mismo, dudo porque los demás me miran, dudo hasta de mi existencia, pero nada sigue siendo nada porque desconozco su presencia en esta realidad.


Y seguiré hablando de muerte siempre que esté vivo, repitiendo las palabras una y otra vez.

Despierta…


El mundo no espera nada de quien soy. Hallé el orgullo ajeno como un hogar para mi corazón y, sumergido en una abstracción de mi alma, me vi cubierto de telarañas, una especie de ojos y a lo lejos una voz.


No era más que un mal sueño, sueño fúnebre que habita el interior de mi razón; la lluvia se hace eterna en mis memorias, mis memorias se ahogan en tu cuerpo, y se siente en los pulmones quemaduras y dolor.


¿Adónde quieres llegar sin conocer tu nombre sobre piedras de alabastro, tallado con las uñas hasta darle al hueso tonos carmesí, rojo indio, vino y bermellón?


Si tu deseo es no volverme a ver, sigue tu camino, que mi ilusión es mucha para romperse lenta y dolorosamente con la incertidumbre y mi camino no eres tú, pero estás acompañándome, labrando la tierra, sembrando trozo a trozo el corazón.


Hay un dulce en mi boca, tiene sabor a duda

y el relleno aun lo desconozco,

quizá sepa a limón.


Resulta estúpido caminar sin sentido alguno; caos, hambruna y soledad arman mi lengua. Y la única que es buena cuando todo en mi cabeza carcome paulatinamente mi razón: el caos que es mi esperanza de amar cuando me hace olvidar las otras dos.


Lamento de mi prosa pobre, lirica sujeta a las costumbres de mi ser, abrumador sentimiento de coraje, culpa y aversión. Tengo miedo al mundo entero, le tengo miedo a mi alma y temo a las palabras cuando escribo teniendo un vaso de agua salada sobre mi escritorio y una flor que hay que cuidar en mi interior.


Pero tengo un propósito para no herir el corazón de nadie más. Algún día el miedo dejará de llenarme los pensamientos y gritaré desesperadamente como bárbaro hasta llenarme de valor.


La intención no es lastimarte, pero si esto duele, quizá y sólo quizá, en las memorias malolientes del pasado, las palabras que hoy escribo, entre falacias y ficción, historias alteradas para no hacer de esto un cuento de hadas sino un pasaje al desamor, sientas que algo de esto es verdad y yo repito entre maromas con mi lengua, que de palabras sueltas hoy escribo simulando el peor dolor.


Soy tu alma ingobernable,

tu deseo de seguir viviendo,

la razón por la que estás aquí.

Te amo.

Somos uno solo,

un flujo de agua,

un pan de ajonjolí.







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